jueves, 16 de octubre de 2008

El que no

Del que menos lo deseas recibes flores,
que ni te gustan aunque de otros sean;
mensajes, cartas de amor, poemas sin olores.
Pero sin quererlo los deseas.
Tal vez no tibios besos, sino dulces palabras que auyentan rencores;
porque sin quererlo el alma llenan,
como las suaves caricias de los nuevos amores.
Y sin importar que creas que no quieres que te escriban:
invado tu mundo de aroma de flores, sin rencores ni dolores,
que como el ingrávido orgullo sólo la sangre envenenan;
no crean vida ausente de sinsabores,
ni verdaderas alegrías y sonrisas que en tu interior escasean.
-
Juguemos un juego: yo te escribo y tu me lees.
No te pido devoluciones solo que me leas;
no quiero un carnaval donde desfilen inocentes;
intento salvarte del absoluto silencio con mis palabras sinceras,
con la sensibilidad de un niño de versos infantes;
soy tu sombra y te cuido aunque no quieras.
Más allá de la noche, las fronteras y los límites.
Más allá de la noche, límites y fronteras;
porque añoro se cumplan tus deseos, todo lo que pretendes.
-
Te propongo algo: que me quieras.
El que no quiere que lo olvides;
el que no quieres con quien vean;
el que no quieres te regala flores;
no las que no quieres, que te acechan;
las de mis voces, que alegran corazones.
-
El que no quieres te sonrie con sus flores.
-
Lo sé. Sin quererlo me deseas.
Porque sin desearlo:
yo te quiero.

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